LA PARTE Y EL TODO: EL SINDICATO Y EL FRENTE

Gustavo Zelaya

Una discusión importante que a veces surge y por ratos se oculta , que
provoca celos y desconfianza en algunos, en otros se notan actitudes
tolerantes, flexibles y también sectarismo y rigidez cuando salen a
flote nociones como la del sujeto de la revolución, el de la
vanguardia y el papel hegemónico de la clase obrera; tal polémica se
desarrolla alrededor de la manera en que está constituido el Frente
Nacional de Resistencia Popular, de él participan miembros de los
partidos legalmente inscritos (liberales, pinuistas, UD y posiblemente
algunos nacionalistas), militantes de partidos de izquierda de
tendencias variadas que tienen en común el definirse como herederos de
Marx; hay también movimientos indigenistas, campesinos, feministas,
ecologistas, religiosos, empleados públicos, pobladores, patronatos,
pequeños empresarios, organizaciones gay-lesbicas, frentes
estudiantiles de secundaria y universitarios, grupos
afrodescendientes, profesionales organizados y otros autónomos,
centrales sindicales, gremios magisteriales y muchas personas
independientes indignadas con el golpe de estado y pronunciándose
contra el autoritarismo. No sé si aquí se agota la lista, tal vez
falten algunos, pero si quiero resaltar la diversidad presente en este
movimiento social. Con distintos intereses particulares pero
coincidiendo en lo principal: en lo inmediato, con la instalación de
una Asamblea Nacional Constituyente que conduzca a la transformación
del país.

Es complicado referirse a tantas expresiones sociales ya que cada una
de ellas ha generado estilos propios de resistencia. Dentro de ellas
destaca el papel que debe jugar el Frente de Resistencia respecto a
los conflictos sindicales, gremiales o campesinos. ¿Cuál puede ser la
respuesta sobre asuntos que en apariencia no son competencia del
Frente? Por ejemplo, en la lucha magisterial por el estatuto del
docente, en el conflicto entre el SITRAUNAH y la Universidad o con la
lucha por la tierra y la vida que llevan a cabo los campesinos del
Aguan. La dificultad es mayor cuando el sistema capitalista nos ha
condicionado para hacer creer que hay ciertos conflictos sociales que
no se relacionan entre sí, que tenemos que ver los fenómenos como si
fueran autónomos, y así, la política no se vincula con la tecnología,
el salario mínimo está separado del golpe de estado, la lucha por la
constituyente nada tiene que ver con la delincuencia común, la cultura
es independiente del derecho, el feminismo no se corresponde con el
ejercicio del poder político, el auge del dengue no está ligado con la
corrupción y el saqueo de los fondos públicos, la explotación
irracional de los recursos naturales no se corresponde con la
alteración del clima . La concepción que genera el sistema quiere que
interpretemos la realidad parcialmente y vivamos en este mundo sin
darnos cuenta que existe una estrecha interrelación entre todos los
fenómenos sociales.


Para el caso, desde los días previos al golpe de estado se desató una
fuerte campaña desde los medios de comunicación desacreditando a
líderes magisteriales y sindicales, se censuraba su participación en
las protestas porque tenían un matiz “político”. Insistían en que el
problema no era gremial y que los políticos resolverían el asunto.
Todo debía quedar en manos de los expertos. Eso es parte de una visión
del mundo internalizada en muchos y que hace ver las cosas como
puestas en parcelas separadas, sin conexión entre ellas y que impide
concebir la realidad como una totalidad. Aquí se reproduce el esquema
de la fábrica y de la oficina que coloca a la cabeza de los procesos a
los gerentes y a los funcionarios, después están los empleados; es la
cadena de producción que conduce a un fin útil: generar mercancías de
consumo y preservar el sistema.

Todo debe ejecutarse y realizarse conforme lo indique ese sistema y
será más eficaz si sus unidades se mantienen dentro de los límites
señalados. Esto es lo esencial de todo este orden fabril y social:
mantenerse dentro de las funciones establecidas. De tal modo que el
sindicato sólo puede luchar por los problemas con su patrono; el solo
debe ser capaz de activar por defender su fuero y no tiene que rendir
cuentas a nadie más a que a sus agremiados. Pero las luces se
encienden cuando alguien salta sobre las funciones estipuladas por la
ley y la costumbre. Así, los profesores tienen que exigir y activar
por temas exclusivos de su colectividad, el sindicalista interesarse
en su contrato de trabajo y la dirigencia del Frente no meterse en
esos conflictos. Pero si dirigimos nuestra acción por esas reglas, si
reducimos la realidad a visiones particulares se provoca una perdida
de la independencia de participar, discutir, señalar y protestar por
las injusticias y las desigualdades sociales. Y el problema se vuelve
más profundo cuando desconfiamos del dirigente y creemos ver pruebas
de manejos oscuros de las cuotas sindicales, contubernios con la
patronal, privilegios obtenidos debido al control monopólico de la
dirigencia sindical y formas caprichosas en la dirección del
sindicato.


Todo lo anterior está relacionado con lo que ocurre en la universidad.
Hay personas que les gustaría ver a las cabezas visibles del SITRAUNAH
en prisión por un buen rato y amenazado el fuero sindical, de ser
posible hasta podría desaparecer el sindicato con tal de poner en
cintura a su dirigencia y frenar supuestos abusos cometidos por Marco
Moreno y compañía. Y cuidado si no tomamos en cuenta los antecedentes
de esta persona. Se trata de personalizar los eventos. La pretensión
es crear la opinión que el problema es Moreno, René Andino y sus
cercanos seguidores. La cuestión es delicada porque no hay forma de
desligar la lucha sindical, los conflictos agrarios, los problemas de
los docentes y la educación pública con la existencia de un sistema
social explotador en donde, con las políticas públicas de tinte
neoliberal y encubiertas con el “humanismo cristiano”, se ha
profundizado la represión, se ha dado continuidad a las muertes
selectivas de dirigentes populares, y los servicios de salud y
educación pública están en decadencia, lo mismo ocurre con la
infraestructura nacional, descuidada y sirviendo de pretexto para
acrecentar fortunas. Sistema de salud, educación pública, puertos,
carreteras dejadas en el olvido para ir preparando los procesos de
privatización de esos servicios.

Los conflictos generados en el país sólo pueden ser enfrentados
considerándolos como un todo, sólo pueden ser resueltos con la
transformación del sistema. La defensa del fuero sindical es parte de
la lucha por refundar el país, la libre sindicalización sigue siendo
justa a pesar de quien sea el dirigente del sindicato en cuestión.
Del
mismo modo que la refundación de Honduras y la instauración de la
Asamblea Nacional Constituyente es y seguirá siendo una de las causas
más nobles emprendidas por el movimiento popular independientemente de
quienes sean las personas que la conduzcan. El problema no está en la
personalidad y la conducta de alguien en particular, o en las dudas y
el recelo que provoque su diario accionar, se trata entonces, de no
ver de forma aislada ese aspecto y ponerlo en un contexto más general,
de defender las distintas expresiones de organización popular y
considerar en todo momento el fin último: la construcción de una
Honduras más justa y solidaria que logre superar el sistema
capitalista neoliberal.

25 de marzo de 2010.

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