Igualito que en Honduras

 "HAY QUE PENSAR ANTES DE ACTUAR"































ESTA INFORMACION SI DEBE SER UNA CADENA, NUESTRO PUEBLO NO SE MERECE ESTO... ¡SALUDOS!
"La única verdad es la realidad, aunque hoy la verdad la fabrican los medios de comunicación. Que no te instalen lo que tenés que pensar."

Irlanda: de "tigre celta" a gato tercermundista

Por Raúl Arroyave Arango, Director del Departamento de Relaciones Internacionales

Informaciones de la CUT editadas en Rebanadas:
Rebanadas de Realidad - CUT, Bogotá, 24/11/10.-

Introducción

Después de ocho siglos de dominio inglés, Irlanda proclamó su independencia en 1919. Guerras, hambrunas y emigración identifican al sufrido pueblo irlandés. El largo conflicto con los británicos por su liberación continuó a lo largo del siglo XX y una de sus provincias, Ulster o Irlanda del Norte, terminó de facto anexionada. Irlanda forma parte de la Unión Europea desde la creación de esta a fines de 1993, habiendo pertenecido antes a la Comunidad Económica Europea.
Con una población equivalente a la mitad de la población bogotana, Irlanda tiene la segunda tasa de desempleo más alta de Europa, con el 13 por ciento, superada sólo por España, donde llega al 19.8%. En la actualidad es uno de los países que padecen con más acritud el ensañamiento de la crisis hipotecaria que, habiendo estallado a finales de 2008 en Nueva York, sigue estremeciendo los cimientos del sistema capitalista.
Hasta hace pocos años su economía se consideraba pujante y estable. Llegó a comparársela con la situación, también de ficticio esplendor, de los llamados “tigres asiáticos” a principios de la década de los 90, en los albores del neoliberalismo.Para el año 1999 Irlanda registró un crecimiento del PIB del 11%, un auge económico que a la postre resultó falso e inflado artificialmente por la especulación financiera, pues los bancos desembolsaron préstamos a granel y sin regulación alguna generando las burbujas hipotecarias. Además, la inversión extranjera directa de las multinacionales fue atraída con gabelas y exenciones tributarias exorbitantes y con la proliferación de zonas francas. El crecimiento se produjo al mismo ritmo de la burbuja inmobiliaria que explotó junto con la crisis del otoño de 2008. La piñata de préstamos, hipotecas e inmensas deudas de los constructores terminó con una nacionalización bancaria al costo de 45 mil millones de euros con cargo al erario, la clásica movida de “socializar las pérdidas”. Todo ello contribuyó a la acumulación de un abultado déficit fiscal del 32% del PIB en el presente año y al estallido de la crisis que clama por oneroso rescate.
El dólar, abundante y barato, vehículo principal de la especulación financiera

La política monetaria expansiva adelantada por la Reserva Federal de los Estados Unidos desde hace dos años raya en la irresponsabilidad hacia el resto de las economías del mundo. Los Estados Unidos han inyectado desde el estallido de la crisis de las hipotecas subprime, 2.35 millones de millones de dólares. Para empeorar las cosas, Obama interviene el mercado emitiendo otros 600.000 millones de dólares para forzar la devaluación de su moneda. Se propone así aumentar las exportaciones que subsanarían su tremendo déficit comercial, reactivar el aparato productivo y resolver el grave problema del empleo, que hoy supera el 10%.
La deliberada devaluación del dólar, ha dado lugar a la llamada “guerra de divisas”, pues los efectos contrarios de monedas revaluadas, se observan en el resto de países. Como es lógico, al nerviosismo natural de los tenedores de devaluados dólares como reservas internacionales, se suma la revaluación de las otras monedas, el deterioro de los términos de intercambio, la pérdida de competitividad de los demás países, la caída de sus exportaciones y los aumentos de tasas desempleo, es decir, la recesión económica contagiada por todas partes por la política monetarista expansiva de los Estados Unidos. Todas estas contradicciones se están tornando insolubles por la vía diplomática. Por eso fracasó estruendosamente la reciente cumbre del G20 en Corea, al no encontrar fórmulas viables para paliar tales antagonismos.
Los bonos del tesoro norteamericano eran considerados hasta ahora el activo libre de riesgo por excelencia. ¿Hasta cuándo? Aunque las reservas internacionales a escala mundial han crecido de forma sostenida desde 2009, su valor real se ha reducido, precisamente por el debilitamiento del dólar. Las fórmulas keynesianas para expandir el mercado y generar mayor demanda de los consumidores apuntaban al aumento del gasto público en momentos de recesión. Esto rompe con los dogmas neoliberales y erróneamente se ha creído que inyectarle dinero a los bancos y expandir la base monetaria es lo mismo que aumentar el gasto de los consumidores. Por el contrario, so pretexto de contener la inflación se han aplicado políticas restrictivas al crédito. De hecho, las peticiones del capital financiero apuntan a que se declaren libres las tasas de usura, con lo cual se encarecerán aún más los créditos y se ahogará la capacidad de consumo de las masas. Con estas políticas restrictivas al mando y con dinero abundante y barato, queda el camino abierto para dedicarse a la formación de burbujas y a la especulación financiera en gran escala en los mercados mundiales de bonos y portafolios.

Así, la crisis desatada por el capital financiero, al que nadie se atreve a controlar, ha afectado en mayor o menor medida a casi todos los países de la Eurozona: a los tres duros paquetes de ajuste contra Grecia se suman los recortes fiscales de un 25% en Inglaterra, la congelación del gasto público por tres años en Francia y la imposición de una regresiva reforma pensional, como también los recortes presupuestales por 80 mil millones de euros en Alemania, a más de las alzas en los impuestos, los recortes salariales, jubilatorios y de inversión pública aplicados en España, Irlanda, Portugal y casi todos los países de la periferia europea. Las cosas son tan graves que hay quienes vaticinan el fin del euro como moneda y hasta de la propia UE como proceso de integración.

Los especuladores financieros ganan creando las burbujas y ganan “rescatando” a quienes padecen sus estallidos
La crisis económica se ha extendido desde el 2008 y sus efectos no dan signos de amainarse. Por el contrario, si algo nuevo hay en la actual situación es que la crisis ha golpeado con fuerza en las economías del primer mundo y las ha sumido en irreversible recesión.

El índice de crecimiento del PIB es negativo o muy bajo en las principales economías. En los Estados Unidos, las cifras de desempleo no ceden del 10% y uno de cada siete norteamericanos, es decir unos 45 millones, viven bajo la línea de pobreza.En la orgullosa Albión, las casas de empeño han experimentado un boom en el último período, con un crecimiento del 62,5%, de tal forma que hace siete años había 800 establecimientos de este tipo frente a los 1.300 de la actualidad. La pobreza recorre como fantasma a Europa y afecta en la actualidad al 16% de su población, unos 85 millones de los 501 millones que la habitan, situación que se exacerba con la xenofobia, el nacionalismo, la derechización y la adopción de reformas neoliberales, todas encaminadas a golpear el trabajo y favorecer al capital.
Se supone que en momentos de crisis los especuladores se refugian en compras de activos que tengan valor intrínseco y más seguro como minerales, commodities, cosechas a futuro, recursos energéticos, etc. Sin embargo, si continúan sus inversiones sobre activos tóxicos que alimentan las burbujas especulativas, es por la excesiva liquidez de los mercados y por la posibilidad de obtener dólares a tasas de interés realmente negativas, con lo cual vale la pena correr cualquier riesgo.
El ataque de los especuladores siempre es contra los eslabones más débiles de la cadena, es decir, aquellos países de la prosperidad al debe y de una economía real débil, o lo que es lo mismo, la ficción de pobres pretendiendo vivir como los ricos. Tal es el caso del cinturón de países denominados peyorativamente PIGS (cerdos) en un juego de palabra con sus iniciales y que corresponden al cinturón compuesto por Portugal, Irlanda, Grecia y España, pasando por Italia.
El primer gran rescate a un costo de 110 mil millones de euros fue el de Grecia. A España, previendo lo peor, se le impuso un riguroso plan de ajuste desde el mes de mayo del presente año, que provocó la Huelga General del 29 de septiembre. Irlanda es el segundo país en ser rescatado y Portugal tiene sus barbas en remojo, pues todo indica que será la próxima víctima de los especuladores, aunque su clase obrera y demás sectores sindicales respondieron el desafío con una formidable Huelga General el pasado 24 de noviembre. Los temores de la extensión de las bancarrotas no paran ahí. Italia está en problemas y qué no decir de Rumania, los países de la Europa del Este y los mismos territorios bálticos, que tampoco están inmunes al contagio.
El ciclo especulativo es simple y brutal: se detecta al país con mayor déficit fiscal, deuda, debilidad bancaria, burbujas y con una economía incapaz de responder oportunamente el ataque. Seguidamente aparece el concierto para delinquir conformado por los corredores de bolsa, las calificadoras de riesgo y los inversionistas (léase especuladores). Después de haber apostado al alza de los valores en bolsa, promoviendo las burbujas, se precipita la venta masiva de esas acciones y títulos. Por la inercia del mercado sus precios tiendan a la baja. Seguidamente las todopoderosas calificadoras le elevan la condición de riesgo a la de por sí cuantiosa deuda del país en cuestión. Los intereses por la obtención de recursos frescos suben exponencialmente para cubrir el riesgo de los especuladores ante la evidente debilidad económica. Esta insolvencia genera el pánico que hunde la bolsa donde los que antes apostaron al alza, hacen su agosto comprando las acciones a la baja, en la seguridad de que los Estados acudirán con recursos de los contribuyentes a rescatar la economía antes de que esta se hunda definitivamente, rescate que viene siempre acompañado con dolorosos planes de ajuste que golpean inmisericordemente a la población entera y sobre todo a los trabajadores.

Ese es el ciclo. Siempre habrá un país por atacar. En 1992 fue la todopoderosa Inglaterra, en la actualidad es Irlanda y seguirán, sin duda alguna, Portugal y demás naciones de la periferia de la zona euro. Las cifras son contundentes: Portugal pagaba por su deuda al principio del año intereses del 0.96%; paga ahora 4.81%, un incremento del 501%. Irlanda, que pagaba menos del 1% en enero de 2010, no consigue ahora recursos por menos del 8%, lo que acrecienta el temor de que los bonos de deuda pasen de ser una inversión especulativa a una inversión basura, mientras más crezca el riesgo de insolvencia y no pago.
Como la crisis es la misma, las recetas para los planes de ajuste son idénticas
No fue suficiente para Irlanda adoptar planes de ajuste, siendo el primer país europeo en hacerlo desde el mes de octubre de 2009, el tercero desde 2008, y que le permitió recibir 55.000 mil millones de euros para salvar algunos de sus bancos. Como consecuencia, mientras la Eurozona mostró un leve crecimiento, el PIB de Irlanda cayó en 1.2% haciendo aún más gravosa la situación.
Después del rescate de Grecia sobre la base de radical ajuste, al igual que el de España, la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI se le vinieron encima a Irlanda para que acepte junto con el plan de salvamento todas las medidas del recetario neoliberal para el ajuste fiscal y estructural de su economía.
Los irlandeses estuvieron reacios a aceptar el plan de rescate, temerosos de las duras condiciones que se impondrán en las políticas de ajuste. Se trata no sólo de la reestructuración del sistema bancario, sino también de la conminación para que ceda su soberanía económica, forzándola a elevar el impuesto de establecimiento de industrias extranjeras en su territorio y el desmonte al dadivoso sistema de zonas francas para las multinacionales, que los demás países europeos consideran competencia desleal.
Al final, terminaron por aceptar la “ayuda”. El rescate está calculado en otros 30 mil millones de euros. Se trata de impedir que la crisis irlandesa arrastre a España y Portugal y que resulte infectivo el duro ajuste aplicado hace seis meses a Grecia. Las medidas propuestas son tan duras que aspiran a retrotraer el déficit fiscal del actual 32% al 3% del PIB en el 2014, aplicando ajustes y recortes en los próximos 4 años por 15.000 millones de euros. Incluyen además de los reclamos por la permisiva política fiscal frente a las multinacionales, la adopción de nuevos impuestos sobre la propiedad, los ingresos y las rentas, la nacionalización de algunos bancos y los estímulos al sector real de la economía.
En resumen, se trata de recortar 3.000 millones de euros en el próximo presupuesto para disminuir la inversión social del Estado, volviendo a niveles de gasto del 2007, suprimir cerca de 25.000 empleos públicos, rebajar en un euro el salario por hora, quedando a 7.65, incrementar el IVA del 21 al 22% en 2013 y 23% en 2014, encarecer las tasas del sector educativo,quedando las universitarias en 500 euros más hasta los 2.000 anuales, instalar contadores de agua en los hogares para imponer un nuevo tributo antes del 2014, elevar la edad de jubilación a 66 años en el 2014, 67 años en 2021 y 68 años en 2028. Entretanto, los niveles del impuesto sobre la renta volverán a los niveles del 2006 y se mantiene intocable el impuesto a las multinacionales en 12.5%, a pesar de las críticas que ha suscitado entre los demás miembros de la UE.

Epílogo
Lo que en verdad está en crisis es el modelo económico impuesto en el mundo por el neoliberalismo, basado en la globalización, el libre mercado y el Estado gendarme para el mantenimiento del orden público y para dictar normas que favorezcan siempre al capital frente al trabajo. Es el fracaso de una ideología que estableció como dogma que bancos centrales y economistas tenían que ocuparse de la inflación y el crecimiento, pero nunca del empleo y el desarrollo democrático de los pueblos y naciones.
Los mismos males que se consideraban exclusivos del tercer mundo afectan al primero: endeudamiento, déficit presupuestales y fiscales, desempleo, informalidad, pobreza, e inequidad. En verdad, es el fracaso de un sistema que, cabalgando en desarrollos sin precedentes de las fuerzas productivas y en una producción socializada más que en ninguna época de la historia, permite que la apropiación de la riqueza se continúe rigiendo por las leyes de la propiedad privada, generando escandalosas desigualdades en un mundo en el cual, al lado de una ínfima minoría de magnates, con riquezas jamás antes vistas, languidecen millones de seres humanos en absoluta miseria.
Las contradicciones se están tornando insolubles y la actual crisis económica dará lugar a profundas crisis políticas. Cuando los escenarios de la diplomacia y las cumbres deban cerrarse ante su incapacidad para abordar seriamente los problemas y resolverlos, se dará paso a mayores confrontaciones en los campos de batalla. Entonces vendrá la guerra, esa forma predilecta de política de choque que las grandes burguesías de la época moderna han encontrado para destruir los excedentes de las fuerzas productivas y llevar al matadero a los ejércitos industriales de reserva, pero también ese culmen de la crisis internacional que hoy, como otras veces en la pasado, dará pábulo a la erupción de procesos revolucionarios que habrán de reconfigurar definitivamente la faz del planeta en bien de los desposeídos. La consigna de la hora es estar atentos a los estallidos de crisis, confrontaciones y sus desenlaces, en la seguridad de que, como tantas otras veces, las transformaciones nacionales progresivas sólo serán posibles en los marcos de crisis generales que ocupen irremediablemente a las potencias de la hora.
El presente material se edita en Rebanadas por gentileza de Ingrid Gámez, de la Oficina de comunicaciones de la CUT nacional
Rebanadas de Realidad - Buenos Aires, Argentina
Redacción: redaccion@rebanadasderealidad.com.ar

Celular: (11) 15 5 0480714 / MSN: casadoledo@hotmail.com